2007-10-08

La Puerta de Indochina.

Llegamos a Chiang Kong en autobus desde Chiang Rai. Chiang Kong, La puerta de Indochina, asi lo anuncia un cartel junto a la caseta de la frontera Thailandesa.

La puerta de Indochina.

Tras sellar nuestros pasaportes en la frontera thailandesa y pagar la tasa por ser domingo, cruzamos el Mekong en un bote que nos llevara a Huay Xai, un pequenyo pueblo fronterizo sin mucho interes, en la orilla de enfrente; es el primer pueblo de Laos, donde en una pequenya caseta sellamos nuestros pasaportes y esperamos a que salga el barco que nos llevara a Pakbeng. Preguntamos el tipo de cambio a un chico, que con un susurro nos ofrece opio y marihuana (seguimos en el triangulo de oro) y sonriendole le volvemos a preguntar por el tipo de cambio, haciendo como si no hubieramos escuchado su oferta. El cambio es tan alto (1Euro 12500 Kips), que aun y cambiando poca cantidad de dinero, nos encontramos con dos inmensos fajos de billetes en nuestras manos!


El Mekong, frontera entre Laos y Tailandia.

Republica Comunista del pueblo de Laos.

Un punyado de Kips.

Subimos al barco con un monton de extranjeros mas y algun que otro local. Ahi nos encontramos con Arancha y Pep (dos alicantinos) y con Jose (un canario).


Charlando con Pep, Arancha y Jose.

La vida en un barco.

El barco avanza perezosamente por las marrones aguas del rio Mekong, uno de los grandes rios del mundo. El primer tramo discurre entre las orillas de los dos paises, ambas cubiertas de densa vegetacion y salpicadas de pequenyas aldeas. Una playa de arena en una orilla, unas rocas en medio del rio, unos rapidos, hacen que cada metro por el que avanzamos sea diferente. Unos ninyos juegan en una playa de dorada arena junto a unos bufalos de un sorprendente color rosado, cualquier borracho no sabria discernir entre realidad e ilusion!


El Mekong.

Un barco y la densa vegetacion.

Unos ninyos juegan en la playa.

Todavia se usan elefantes para trabajar.

Una aldea.

El Ying y el Yang.

Tras seis horas de viaje, en el que no paramos de hablar y reir con nuestros nuevos amigos, llegamos a Pakbeng, a mitad de camino de Luang Prabang, donde pasaremos la primera noche. Es un pequenyo puerto fluvial articulado entorno a una calle, donde camiones descargan sus mercancias, para luego ser transportadas a lo largo del rio, ya que es aqui donde termina la carretera. Las carreteras en el norte montanyoso de Laos casi no existen o las que hay son intransitables.

La calle de Pankbeng.

Transito de camiones.

Descansando en un bote.

Vivienda flotante.

Vendiendo cervezas.

Reempredemos el camino, nos esperan siete horas mas de navegacion, por un rio que no deja de sorprendernos y que gira adentrandose en territorio de Laos. El Mekong es un rio traicionero que lo convierte en una trampa, con bancos de arenas moviles y rocas escondidas que dificultan la navegacion. Despues de cada curva, un nuevo paisaje, una nueva vista de las montanyas cubiertas de espesas brumas, cortinas de lluvia entre los valles que se acercan hasta alcanzarnos,que nos obligan a bajar las cortinas para resguardarnos del fuerte aguacero; mas rapidos que el barco sortea sin problemas, aunque supone alguna que otra salpicadura, un templo escondido en una gruta. De vez en cuando, pasan a nuestro lado pequenyas y rapidas embarcaciones, son los botes express, que circulan a mas de 70 km/h y donde sus tripulantes y pasajeros visten chalecos salvavidas y cascos (las estadisticas de accidentes en este tipo de barco son altisimas).

Lluvia.

Un templo en la roca.

Bote rapido.

En ocasiones, el barco se detiene en alguna de las aldeas para recoger pasaje o mercancias, es el momento que tenemos para observar de cerca la vida en la orilla del rio. Los ninyos chapotean jugando en el agua y riendo, un pescador repara sus redes, mientras unas ninyas mantienen una interesante charla entre ellas.

Coquetas.

Jugando en el agua.

Sonrisa.

Espera.

Reparando las redes.

Durante seis horas mas, el ronroneo del barco nos acompanyara hasta llegar a Lunag Prabang una ciudad que se nos antoja encantadora.

Pereza.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es una buena ocasión para envolverse en billetes, (sino estuvieran llenos de polvo de estupefacientes)

Por cierto podriais pegarle fuego a uno para que tengais la novedad de decir hasta le hemos pegado fuego al dinero jajaja.

Ya estoy esperando para ver esa ciudad encantadira de Lunag Prabang, el camino de la misma no es q sea una preciosidad.

Muchos besis

carol dijo...

esta claro que no podremos comprar vuestros recuerdoa ni vivencias pero... podremos comprar algun relato de las aventuras o almenos alguna foto, no??

a seguir guapos!